Cuando nada es seguro... todo es posible...
La vida, en general, y
la humana en particular, está llena de incertidumbre. Así como
decimos que lo único constante en el universo es el cambio, podemos
decir que sólo podemos tener certeza de la incertidumbre.
Sin embargo, en nuestro vivir diario, buscamos, aparentamos,
deseamos, asumimos, vivimos, muchas veces, llenos de certeza.
¿Qué es lo que nos mueve a ésto? ¿Miedo? ¿Prevención? ¿Ceguera?
¿Arrogancia? ¿Falta de confianza en nosotros, en los otros, en la
vida misma?
¿Cuál es el costo que pagamos por nuestras
certezas? Donde hay certeza no hay misterio, no hay asombro, no hay
lugar para la posibilidad, no tiene sentido investigar, explorar,
preguntar, crear. No hay nada por descubrir.
¿Qué pasaría si abandonáramos, por un ratito nomás, algunas
certezas? Digo "algunas certezas", porque convengamos que hay
certezas que funcionan, que nos permiten movernos, que nos dan buen
resultado. Por ejemplo, pongo agua al fuego, el agua se calienta,
puedo hacerme un té, un café, etc. Fantástico !!!
Ahora, ¿qué pasa en aquellas situaciones donde no estamos
satisfechos con los resultados obtenidos? En nuestra vida personal,
íntima, nuestros afectos, el trabajo, la empresa, el país. ¿Cuáles
con las certezas que no cuestionamos? ¿Qué podríamos inventar o
descubrir, si estas certezas no fueran tan ciertas? ¿Qué nuevas
posibilidades se abrirían?
Muchas veces, estas certezas son invisibles para nosotros mismos.
Otras, no queremos enfrentarnos a la posibilidad de ver una
alternativa distinta. Parte del trabajo de un Coach Ontológico es ir
descubriendo y cuestionando, con respeto y cuidado, estas
certidumbres que producen inefectividad y malestar.
Pablo Buol
"Sí, es verdad, yo no tengo ninguna certidumbre, ni siquiera la certidumbre de la incertidumbre. De modo que creo que todo pensamiento es... bueno, conjetural."
Jorge L. Borges
"Sodos sueñan con la libertad , pero estan enamorados de sus cadenas."
Rumi
Las convicciones son cárceles."
Federico Nietzsche
"La vida humana es inseguridad."
Julián Marías
"La gente no le tiene miedo al cambio, sino a la incertidumbre que genera el cambio."
Alvin Toffler
"La cosa más maravillosa que podemos experimentar es el misterio."
Albert Einstein
Cuando operamos bajo el prejuicio cultural inherente a la 'objetividad', no podemos confiar en nuestro interlocutor. Al no establecerse la confianza recíproca en la convivencia, no se despliega la sensación de seguridad entre los agentes en la conversación, razón por la cual se mueve en el que quiere lograr algo la emoción del control y del dominio que niegan al otro y socavan el respeto por sí mismo y por el otro. Estas emociones, creencias y acciones impiden la dinámica de la coexistencia en la mutua aceptación.
Humberto Maturana
AXIOMA
Hay verdades dulces, pero no son eternas.
Hay verdades dulces, porque no son eternas.
No hay verdades eternas.
Y dulces hay muy pocas.
No hay verdades eternas,
porque no hay certidumbres,
ni tan siquiera una.
Verdad y certidumbre no son el mismo asunto.
La verdad es humana
y, como tal, es insegura y débil,
o clama justicia o calla acobardada,
e implora compasión cuando se la persigue.
Es veleidosa y múltiple, frágil y palabrista,
si le conviene, miente, o al menos se acomoda,
y encontramos en su debilidad su gloria verdadera.
La certidumbre, en caso de que exista,
pertenece a otro mundo, que quizá es pensable,
pero no imaginable, y menos aún vivible,
y nunca viene a cuento, y en nada nos concierne.
Mi amor es dulce, y también es verdad.
La más dulce que tengo. Y tanto su firmeza,
como su duración, me son desconocidas.
Mi amor tampoco es mi certidumbre,
es todavía mucho más hermoso.
Mi amor es dulce y además me colma
de esa verdad humana, clara y frágil.
Mi amor me mueve y además me empuja,
como un peso,
el dulce peso que me obliga a ser,
para que yo ahora ame.
En su dulzura nada me retiene.
En su verdad nada me pone límites.
Ninguna eternidad promete tanto.
Enric Soria (Andén de
cercanías)
LA FÁBULA DE LOS CIEGOS
Durante los primeros años del hospital de ciegos, como se sabe, todos los internos detentaban los mismos derechos y sus pequeñas cuestiones se resolvían por mayoría simple, sacándolas a votación. Con el sentido del tacto sabían distinguir las monedas de cobre y las de plata, y nunca se dio el caso de que ninguno de ellos confundiese el vino de Mosela con el de Borgoña. Tenían el olfato mucho más sensible que el de sus vecinos videntes. Acerca de los cuatro sentidos consiguieron establecer brillantes razonamientos, es decir que sabían de ellos cuanto hay que saber, y de esta manera vivían tranquilos y felices en la medida en que tal cosa sea posible.
Por desgracia sucedió entonces que uno de
sus maestros manifestó la pretensión de saber algo concreto acerca
del sentido de la vista. Pronunció discursos, agitó cuanto pudo,
ganó seguidores y por último consiguió hacerse nombrar principal del
gremio de los ciegos. Sentaba cátedra sobre el mundo de los colores,
y desde entonces todo empezó a salir mal.
Este primer dictador de los ciegos empezó por crear un círculo
restringido de consejeros, mediante lo cual se adueñó de todas las
limosnas. A partir de entonces nadie pudo oponérsele, y sentenció
que la indumentaria de todos los ciegos era blanca. Ellos lo
creyeron y hablaban mucho de sus hermosas ropas blancas, aunque
ninguno de ellos las llevaba de tal color. De modo que el mundo se
burlaba de ellos, por lo que se quejaron al dictador. Éste los
recibió de muy mal talante, los trató de innovadores, de libertinos
y de rebeldes que adoptaban las necias opiniones de las gentes que
tenían vista. Eran rebeldes porque, caso inaudito, se atrevían a
dudar de la infalibilidad de su jefe. Esta cuestión suscitó la
aparición de dos partidos.
Para sosegar los ánimos, el sumo príncipe de los ciegos lanzó un
nuevo edicto, que declaraba que la vestimenta de los ciegos era
roja. Pero esto tampoco resultó cierto; ningún ciego llevaba prendas
de color rojo. Las mofas arreciaron y la comunidad de los ciegos
estaba cada vez más quejosa. El jefe montó en cólera, y los demás
también. La batalla duró largo tiempo y no hubo paz hasta que los
ciegos tomaron la decisión de suspender provisionalmente todo juicio
acerca de los colores.
Un sordo que leyó este cuento admitió que el error de los ciegos
había consistido en atreverse a opinar sobre colores. Por su parte,
sin embargo, siguió firmemente convencido de que los sordos eran las
únicas personas autorizadas a opinar en materia de música.
Hermann Hesse
No esté tan seguro
Mucha de la gente con
que me encuentro desea desarrollar relaciones más armoniosas y
satisfactorias. Pero no nos damos cuenta que ésto sólo se puede
conseguir asociándonos a dos nuevas aliadas: la incertidumbre y la
confusión.
Muchos de nosotros no fuimos entrenados para que nos gustara la
confusión o admitir cuando nos sentimos vacilantes y dudosos. En
nuestras escuelas y organizaciones, ponemos valor en el hecho de
parecer seguros y con confianza. A la gente se le recompensa por
declarar sus opiniones como si fueran hechos. La respuestas rápidas
abundan; las pensativas han desaparecido. La confusión todavía tiene
que emerger como un valor de orden más alto o como comportamiento
que las organizaciones recompensen con más entusiasmo...
En este mundo cada vez más complejo, es imposible ver por nosostros
mismos todo lo que está ocurriendo. La única manera de ver mejor la
complejidad es preguntándole a otros sobre sus perspectivas y sus
experiencias. Sin embargo, si nos abrimos nosotros mismos a sus
percepciones disconcordantes, nos encontramos habitando en el
incómodo espacio del 'no saber'.
Es bien difícil renunciar a nuestra certidumbre: estas perspectivas,
creencias y explicaciones nos definen y son el centro de nuestra
identidad personal. La certeza es nuestra lente para interpretar lo
que está sucediendo, y mientras nuestras explicaciones funcionen,
sentimos una sensación de estabilidad y seguridad. Pero en un mundo
cambiante, la certidumbre no nos brinda estabilidad; al contrario,
crea más caos...
No podemos ser creativos si rehusamos la confusión. El cambio
siempre comienza con la confusión; las interpretaciones que
atesoramos deben ser disueltas para abrir camino a lo nuevo. Por
supuesto que es aterrador renunciar a lo que conocemos, pero en el
abismo es donde habita lo nuevo. Si superamos el miedo y entramos al
abismo, volvemos a descubrir que somos creativos...
Margaret Wheatley
El Coaching Ontológico es un proceso fundamentalmente liberador del sufrimiento y de las creencias condicionantes que nos limitan. Nos conecta con nuestros recursos y con nuestra capacidad de intervenir en el mundo, logrando mayor bienestar y efectividad en el logro de los resultados que nos importan.
El Coaching Ontológico desarrolla la actitud y la aptitud para generar nuevas ideas, para crear nuevas posibilidades, para descubrir nuevos significados, para inventar nuevos caminos, para encontrar nuevas conexiones, ya sea en el nivel individual o en el social. Es poder "soltar" lo seguro-conocido, para iniciar un "viaje" a la región de lo "aún no explorado", para atreverse a diseñar un por-venir acorde a nuestras inquietudes.